EL TEJAR

 

El tejar se haya enclavado a un kilómetro escaso del pueblo. 

Contigua a la margen derecha del riachuelo, que se desliza entre mimbrales, copiando en su espejo hialino el verdor de las zarzamoras, se ve la casita del viejo tejero, con su fachada albicante, donde se retuerce un jazmín, y su tejadillo terroso… 

…Junto a la casita se levanta el horno para cocer los ladrillos, cuya boca, negra de tizne da la idea del cráter de un volcán apagado. 

Cerca del horno hay siempre amontonados haces de carrascas secas, donde, al caer la tarde, forman los gorriones confusa y gárrula algarabía. 

El Chacho es el apodo con que en el pueblo se conoce al dueño del tejar. Es un vejete alto y enjuto, de cabellos plomizos y rugosa tez. Sus brazos, flacos y larguiruchos, y sus piernas descarnadas,… 

Durante todo el día se le ve, desde el paseo pueblerino, ir y venir de un lado a otro del tejar, ya acarreando cubos de agua del riachuelo para amasar la greda o ya recortando sobre el molde los ladrillos de la próxima hornada. 

…Así que el reloj de sol señala la hora del mediodía, Marianica, la mujer del Chacho, tocada con un sombrero de palma, con su rostro color del estesado y su diente de loba en la boca hundida, sale de la casucha y se encamina hacia la era, que está en un altillo, a pocos pasos. Desde allí, poniénose la rugosa mano labriega a modo de visera sobre los ojos, comienza a llamar todos los días, con idéntica voz y a la misma hora: 

̶ ¡Frasquiyóooo…! 

Hay un silencio. Acaso cruza una golondrina, borracha de luz, y se pierde entre los álamos del río. 

Marianica vuelve a gritar más recio: 

̶ ¡Frasquiyóooo…! 

Desde allá arriba, al pie del monte, donde están los terrenos de los que se extrae la greda para el tejar, una voz moceril responde: 

̶ ¡Mándemostéee…! 

Marianica torna a la casucha a poner la mesa. El Chacho deja el azadón abandonado, con el astil enhiesto, y se dirige también a la casa… 

 

EL TEJAR (Miguel de Castro)

 

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Miguel de Castro Gutiérrez fue un periodista y escritor nacido en Iznájar (Córdoba) el 4 de mayo de 1889, y murió en Madrid el 26 de marzo de 1977.

A los dieciséis años publicó sus primeros versos y colaboró en “El Diario de Córdoba”.

A los dieciocho años ingresó en la carrera administrativa, siendo destinado a Guadalajara donde fue un asiduo colaborador de La Región: periódico bisemanal. Destinado a Madrid en 1911, comenzó su colaboración en los principales diarios y revistas de esta capital, siendo el número uno de la Asociación de la Prensa de Madrid. También fue un notable colaborador de Las Provincias: diario de Valencia.

Durante largos años, concurrió a certámenes literarios de poesía, donde le acompañó el éxito. Su labor de novelista es menos extensa, pero también notable.

OBRAS DESTACADAS:

Poesía:

Trovas del juglar (1910)

Cancionero de Galatea (1913)

La Alondra del barbecho (1915)

Los mejores poetas contemporáneos (1914)

Teatro:

Las mocedades del Cid: Tragicomedia en cuatro actos (1923)

Novela:

Morena y granadina (1920)

La niña del alcalde (1930)

PUBLICACIONES LOCALES:

Poesía selecta (1999).- Artes Gráficas El Castillo