LA PEONADA

Algunas mañanas veía yo desde el balcón de mi casa a los trabajadores, esperando en la plaza la llegada de los aperadores y manigeros. Formaban imponente masa, de la cual no salía más que un rumor espeso, pero tranquilo. Se adivinaba el cansancio, el desfallecimiento de aquellos hombres. Acá y allá jóvenes de veinticinco y treinta años, con los rostros apergaminados, huesosos; los ojos tristes y sin brillo; deformadas las bocas, y los cuerpos desgarbados y entecos, acusando los rasgos de una raza en plena degeneración. 

Tenía aquello algo de los mercados de esclavos en Marruecos. De pronto, las conversaciones se cortaban; el vago rumor se suspendía. Era que acababa de llegar alguien para ofrecer peones… 

̶ ¿A cuánto? 

̶ A dos reales y medio. 

̶ A cuatro iría yo. 

̶ A tres lo último… Hoy no seremos muchos los que vengamos a buscaros. 

La plaza iba quedando con algunos claros…Daban las siete, las ocho, nada. La profecía era cierta. Pocos manigeros y aperadores llegaban. Las nueve… ¡Nadie! 

Poco a poco iban desapareciendo los obreros por calles diferentes. La tristeza de sus caras se distinguía de lejos… No había peón: otra vez el hambre, la trampa, el pordioseo. Los últimos rezagados se apoyaban con abandono moruno en las paredes…

̶ ¿Qué hacéis por aquí todavía?. Preguntábales al pasar a caballo algún propietario que iba a su finca. 

̶ Ya Vd. ve, nada. 

̶ Vaya, como se conoce que sois ricos… 

Y la gracia, reíanla los mismos trabajadores. 

***

… El contraste entre el obrero de la fábrica y el obrero del campo tiene explicación fácil. Aquel vive entre el fragor de las máquinas, el humo que ahoga, el telar que hiere, la producción febril que agobia y espolea, y después el espectáculo de la ciudad con su cultura y sus refinamientos aviva en su alma el dolor de la propia miseria… El patrón se convierte en burgués, el burgués en enemigo; el bienestar material en objetivo único… 

El obrero de los campos hállase habituado a espectáculos más suaves. El techo de su fábrica es el cielo inmenso, el aire que respira lleva disueltos en sus átomos olor a tierra removida; perfumes silvestres de campiñas y sierras, y envueltos en los aromas de todas partes recogidos, lleva también, no los ecos infernales del yunque y el telar sino las alegrías de los pájaros, el rumor de las cañadas y los arroyos y el beso matutino de los árboles y los vientos. 

… la cuestión social en Andalucía está reducida a términos sencillos: un poco de pan y otro poco de esperanza. 

 

CUADRO DE MI TIERRA (Julio Burell)

 

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Julio Burell y Cuellar nació en Iznájar (Córdoba), el día 1 de febrero de 1859 pasando su niñez bajo la sombra de Hisn-Ashar, en un pueblo convulso, que tuvo una gran importancia social en esa época, cuando fue protagonista de la llamada revolución del pan y el queso, del levantamiento de Rafael Pérez del Álamo por la conquista de la libertad y la democracia.

Estudió bachiller en el colegio de la Asunción de Córdoba, en otro libre de Loja y en el de Málaga, abandonando Iznájar en 1874 para trasladarse a Madrid. En la capital de España cursó los estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central, pero no llegó a terminarlos por dedicarse con gran afán al periodismo, lo que era su vocación y sería su profesión. Ese temprano inicio en el mundo periodístico explica la larga nómina de diarios en los que fue redactor: El Fígaro, La Discusión, El Progreso, La Ilustración Universal, La Gaceta Universal, La Opinión, el Heraldo de Madrid, La Época, El Imparcial…

Fundó varios periódicos La Libertad española (1889), El Nuevo Heraldo (1893), El Gráfico (1904) y el Mundo (1907), siendo El Gráfico el primer diario de España ilustrado con fotografías y donde contó con colaboradores de la talla de Pérez Galdós, Pardo Bazán, Valle Inclán,…

Burell, modelo de sagacidad periodística, desde muy joven comienza a cultivar el género literario de la poesía, que pronto es abandonado para sumergirse en la prosa, a través del relato, cuento, crónicas, semblanzas y artículos políticos y de actualidad.

La pluma vivaz, erudita y amena de Burell, con una “recia prosa cuajada de elevados pensamientos” fue reconocida, ya en el ocaso de su vida, al ser elegido miembro de la Real Academia de la Lengua, adjudicándole el sillón (e) minúscula, que dejaba vacante el que fuera primer español, premio nobel de literatura, José Echegaray. Desgraciadamente no pudo ocuparlo por sobrevenirle la muerte.

Sus primeros escarceos políticos, en su juventud, fueron en la ideología republicana, con grandes convicciones de libertad y democracia, que nunca abandonaría pero transitando posteriormente hacia la monárquica parlamentaria, siempre hermanada a los postulados democráticos, militando en el partido liberal, que le permitió obtener su primera acta de diputado, cuando apenas tenía veintisiete años, por el distrito de Corcubión (La Coruña) (1887-1890). Más tarde por el de La Cañiza (1896-1898), el coruñés de Arzúa (1903-1905) y después, hasta su muerte, representó al distrito jienense de Baeza (1905-1919), destacando por una activa labor parlamentaria, con brillante oratoria y defendiendo siempre los principios democratizadores.

Su actividad en las Cortes españolas la compaginó en distintos periodos con importantes cargos gubernamentales, siendo gobernador de Jaén (1900) y de Toledo (1901), director general de Agricultura, Industria y Comercio (1903), y de Obras Públicas (1905 y 1909). En 1910 fue nombrado ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, cartera que volvió a ocupar en otras dos ocasiones, en 1915 y 1918. También en 1917 ocupó la cartera de ministro de Gobernación. Hay que señalar que a pesar de que sus mandatos fueron muy breves, al integrar gobiernos en un momento de inestabilidad política de la crisis de la Restauración, en ellos consiguió grandes logros, como abrir a la mujer el acceso a todas las carreras y títulos profesionales, crear la Escuela Hogar con el objeto de dar formación profesional a los trabajadores manuales,…

El día 21 de febrero de 1919, a los sesenta años de edad, moría un hombre de una abnegada vida de lucha ejemplar y de gran actividad intelectual, al que todos los profesionales del periodismo, con cariño y devoción llamaban, maestro.

OBRAS DESTACADAS:

Artículos de Julio Burell.– Homenaje de la Asociación de la Prensa de Madrid (Madrid 1925)

PUBLICACIONES LOCALES:

Los artículos de Julio Burell (2007).- Ed. Manuel Galeote. Col. Letras de la Subbética. Ayuntamiento de Iznájar.

El retorno al café de Fornos (2010).- (Varios autores).- Coordinación y Edición Manuel Galeote y Antonio Cruz Casado.

Julio Burell : Poesía y narrativa (1875 – 1889).- José Luis Lechado Caballero.- Col. Julio Burell.- (2019).- Ayuntamiento de Iznájar

Julio Burell en el Heraldo de Madrid (1890 – 1895) I-II-III-IV-V.- José Luis Lechado Caballero.- Col. Julio Burell.- (2019).- Ayuntamiento de Iznájar

Julio Burell en La Época (1895 – 1897).- José Luis Lechado Caballero.- Col. Julio Burell.- (2019).- Ayuntamiento de Iznájar

Julio Burell en el Heraldo de Madrid (1898 – 1899) .- José Luis Lechado Caballero.- Col. Julio Burell.- (2019).- Ayuntamiento de Iznájar

Pluma y cuartillas: En el centenario de la muerte de Julio Burell.– (2020).- José Luis Lechado.- Ayuntamiento de Iznájar.