POR LAS HUERTAS DE LA GRANJA

 

Acabaron las faenas de la era y silenciaron las coplas de la trilla. Septiembre apuntó el almanaque, y el sol, con sus ardores más benignos. Por las calles de Villa-Genil, con la guitarra, rondaban los «mositos», bajo la luna, cantando amores andaluces. Las «Mositas» amanecían más lánguidas, más indecisas, más ojerosas. Que ojeras es fruto moceril, cuando se ha pasado la noche tras la reja, suspirando o sonriendo. 

A la guitarra que se recogía cantando: 

Te quiero má que a mi vía,

má que a mi mare y mi pare,

y si no fuera pecao

má que a la Vinge der Carmen,

sucedíale el coro de viejos devotos que recorrían el pueblo, saludando el amanecer con las coplas de la Aurora… 

… Madrugadores andaban don Alfonso y Dolores. La noche antes convinieron en pasar la mañana en la finca de «Isla Redonda», lindante a «Las huertas de la Granja». 

… Cogidos del brazo, carretera de Rute adelante, parecían dos novios. A las risas de ella ̶ perlas tintineando en aljófares de nácar ̶ volaban asustados de los olivares próximos, verderoles y mirlos. La felicidad no les cabía en el corazón… 

… Pasaron los «cargueros» con las hortalizas para venderlas en el pueblo. Ante ellos, sombrero en mano, dieron los buenos días. 

Pronto divisaron «Las huertas de la Granja». El verdor de aquella planicie llevó hasta sus fosas nasales esencias y frescura. La campana de la ermita llamaba a misa prima en la quietud del amanecer. Cantaban los gallos en el corral del molino de «Viudera», y corría, despeñándose en las aceñas, el agua cristalina. 

No muy lejos, por entre copudos álamos blancos, serpenteaba el Genil, silencioso y manso, como una caricia de novia. 

Ante aquella perspectiva, que hacía pensar en la Arcadia del «Cantar de los Cantares», don Alfonso y Dolores, sobrecogidos por la belleza que emergía de todas partes, permanecieron silenciosos un rato, fijos los ojos en las lejanías por donde el sol, ataviado con su manto de oro, avanzaba hacia la huerta. Don Alfonso balbució, apretando el brazo de Dolores: 

—Qué belleza… ¿Verdá, niña? 

 

EL AMO (Luis de Castro)

 

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Luis de Castro Gutiérrez nació el 27 de abril de 1888 en la localidad cordobesa de Iznájar. Disfrutó de gran prestigio literario en el Madrid de principios del siglo XX, perteneciendo a la “juventud intelectual” que deambulada por la capital de España, colaborando en la prensa periódica de la época en medios como el diario El Correo Español —de cuya redacción formó parte—, La Nación, La Esfera, ABC, Blanco y Negro, La Tribuna, y otros diarios madrileños.

Fallecido en Madrid el 13 de diciembre de 1973, sería enterrado en el cementerio de la Almudena.

OBRAS DESTACADAS:

Rosa Mística: novela (1914)

Modistas y estudiantes (1914)

La voluntariosa: novela original (1915)

Los diputados en broma (semblanza en verso) (1915)

Los colaboradores del Káiser (1916)

El amo: novela de la vida andaluza (1922)

El juglar de Castilla (zarzuela)

PUBLICACIONES LOCALES:

El amo: novela de la vida andaluza (1999).- Introducción, edición y notas de Manuel Galeote y Antonio Cruz Casado.- Ayuntamiento de Iznájar y Diputación de Córdoba.