PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO
CONFERENCIAS
… A su vez Rafaela, que en punto a relatar se pintaba sola, refería un chistoso percance ocurrido al juez nuevo en la procesión del Viernes Santo:
<<Salió ya bien de noche y, como todos los años, aunque estaba la calle repleta, que no cabía un alfiler, no se oía una mosca. Algo de sobrenatural y de divino, tenía aquella procesión del Santo Entierro. Entre los grupos no se hablaba; se suspiraba, todo lo más.
En aquel imponente silencio —mientras las señoritas de los balcones, cuchicheando como en misa, preparaban bandejas con alhelíes, para arrojarlos al Sepulcro; y en tanto que el vaivén de los farolillos colgados daba o quitaba luz a caras anhelosas— sonó, con funeral redoble, el tambor de los soldados romanos.
Allá, por un extremo de la calle, las fachadas se llenaron de claridad: viéronse los primeros cirios y el vistoso casco del centurión asomó gallardamente su plumero.
A distancia respetuosa, la soldadesca, ceñuda y en silencio, venía arrastrando picas relucientes. Y debajo de sus morriones —llenos de perifollos llamativos— los judíos cabeceaban, como en meditación de su crimen.
… Los apóstoles, de venerables rostros y anchas túnicas moradas, iban en medio de la procesión. Pesarosos y atribulados volvían atrás los ojos, como buscando el calor de su Maestro. Pisaban las sandalias sin ruido; el aire alisaba las sueltas cabelleras; y en las rugosas manos, cruzadas en oración, se notaba un temblor imponente.
… Sonaron las trompetas; redobló el tambor funeralmente; los sacerdotes cantaron una lamentación del profeta incomparable, y sobre la urna del Sepulcro cayeron brazadas de alhelíes…
En tan solemne momento, cuando los señores del cortejo oficial adoptaban el aire más aparatoso, Felipe el Guillao atravesó las filas. Y encarándose con el juez nuevo, que iba de cabecera, le dijo «lo de todos los años:»
— ¿De qué te sirve la vara, di? ¿No sabes que han matado al Señor? ¿Por qué no prendes a los asesinos?
Y señalando a los cuatro sayones que iban en custodia del Sepulcro, gritó el pobre imbécil:
—Aquellos son ¡Préndelos, préndelos!>>
LAS NIÑAS DEL REGISTRADOR (Cristóbal de Castro)
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Cristóbal de Castro Gutiérrez (Iznájar, 22 de noviembre de 1874-Madrid, 31 de diciembre de 1953) fue un escritor, dramaturgo y crítico teatral español que desarrolló su actividad durante la primera mitad del siglo XX.
Tras sus primeros años de vida en su localidad natal, se trasladó a Granada, donde estudió en la Universidad la licenciatura de Medicina, que no finalizó. En 1894 se dirige a Madrid, donde completó posiblemente su formación de Derecho.
Desde su llegada a Madrid su actividad cultural es intensa, y se dedica tanto a la creación literaria (poesía, novela y teatro) como al periodismo (en especial a la crítica teatral) y a la adaptación y traducción al castellano de autores clásicos como Lope de Vega, Tirso de Molina o Luis Vélez de Guevara, pero también muchos extranjeros (Oscar Wilde, Molière,…)
En vida gozó del éxito, llegando incluso sus obras a editarse en diversos países de Iberoamérica. Fue académico de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y de la Academia de Hispanoamericana de Cádiz.
Fue redactor de La Época, La Correspondencia de España, Diario Universal, España Nueva, El Liberal y Heraldo de Madrid, y colaborador de El Globo y ABC. Entre 1939 y 1953 fue crítico literario del diario Madrid. Y dirigió Tiempo y Hoy.
Perteneció además a la promoción de la colección El Cuento Semanal (1901-1920).
Socialmente fue un defensor de los derechos de la mujer, algo raro en aquella época, asunto que se refleja en algunas de sus obras en donde critica la situación de desigualdad en la que se encontraba la mujer.
Su obra en prosa y poética se encuentra influenciada por la mayoría de corrientes de la época, como el modernismo, el romanticismo poético, el realismo hispánico, el costumbrismo andaluz, e incluso por la estética libertaria, el erotismo y la novela lírica.
OBRAS DESTACADAS:
Prosa:
Las niñas del registrador (1901)
Luna, Lunera (1908).
Cortesanas y cortijeras (1910 o 1912).
El mujeriego (1918).
Clavellina (1927).
Los hombres de hierro (1927).
Mujeres solas.
¡Cú-Cú!.
La gacela negra.
El hijo sórdido.
…
Poesía:
El amor que pasa (1903).
Cancionero galante París, Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas, 1909.
Las proféticas (Poesías originales), Madrid, Imprenta de Juan Pueyo, 1919.
Teatro:
Gerineldo. Poema de amor y caballería, en cuatro jornadas, compuesto, en parte, con pasajes del Romancero. (1909).
La real hembra.
La dama del antifaz. Comedia en cuatro actos, 1929, trad. de Charles Mere
Otros:
Fariseos de la República (1933).
Al servicio de los campesinos. Hombres sin tierra, tierra sin hombres. La nueva política agraria. Madrid: Javier Morata, 1931.
Las mujeres.
Las mujeres fatales.
Mujeres extraordinarias. Mujeres de la Historia. Mujeres Contemporáneas. 1929.
Rusia por dentro (1904).
Un bolchevique. Escenas de la Revolución Rusa (1925) y Madrid: C.I.A.P., 1931.
PUBLICACIONES LOCALES:
Luna lunera…, Fifita la muchacha en Flor, Mariquilla barre, barre.(1903).- Introducción, edición y notas de Manuel Galeote.- Ayuntamiento de Iznájar.
Poesía lírica (1995).- Introducción, edición y notas de Antonio Cruz Casado.- Ayuntamiento de Iznájar y Diputación de Córdoba.
La bonita y la fea, Clavellina (Novelas costumbristas andaluzas). (2007).- Coordinación y edición de Manuel Galeote y Antonio Cruz Casado.- Ayuntamiento de Iznájar y Diputación de Córdoba.
Obra Selecta. Tomo I, vol.1: Novelas cordobesas (2009). Edición, estudios y notas de Manuel Galeote. Ayuntamiento de Iznájar y Diputación de Córdoba.
Obra Selecta. Tomo II, vol.1: Textos feministas (2011). Edición, estudios y notas de Manuel Galeote. Ayuntamiento de Iznájar y Diputación de Córdoba.
Obra Selecta. Tomo I, vol.3: Novelas de Rusia (2017). Edición, estudios y notas de Manuel Galeote. Ayuntamiento de Iznájar y Diputación de Córdoba.
Gerineldo: Poema de amor y caballería (2014).- Edición y estudio Manual Galeote y Antonio Cruz Casado. Ayuntamiento de Iznájar.