REGRESO AL PUEBLO

 

… He vuelto, al cabo de los años, a pasar unos breves días en mi pueblo, un pueblecito cordobés, que se halla situado sobre una inmensa roca, blanco como un nido.

 …La mañana es tibia, como una mañana de Mayo, de cielo nuboso, pero cargada del aroma de frondas regadas y de un intenso olor de celindas y rosas bañadas de lluvia. El mismo efluvio de la iglesia de mi pueblo en la mañana del Corpus, el mismo perfume de las trenzas de la novia adolescente y de las rosas de la letanía… 

…Pronto se divisará mi pueblo…Y siento un inefable y dulce estremecimiento. ¿Me emociono?¿Es la melancolía del viajero que durmió mal? ¿Es el castillo del pueblo, que ya se divisa,…? ¿Es el campanario de la iglesia al que yo subía de niño para tocar con los monaguillos en las grandes fiestas?… ¿Es quizá la cruz de hierro que entre los almendros del Calvario se divisa, y ante la cual recé en un dulce atardecer, para que «ella» me quisiese? ¿Es la blanca tapia del cementerio, donde duermen, al par que en nuestro corazón, seres inolvidables, a los que nunca nos atrevemos a nombrar y siempre tenemos en nuestra memoria presentes? 

Sí; esta emoción inefable es todo ello. Nuestro ayer, que resucita, nuestro pasado, que vuelve… Hemos tornado un instante a ser niños, y esta emoción que nos invade no es acaso sino miedo pueril a esa legión de recuerdos que acuden,…

*** 

Ya estamos cenando, bajo la parra veraniega. 

Frasquita, la criada, con su blanca moña de jazmines en el pelo de azabache, más limpia que el coral, arremangados los brazos morenos, escucha curiosa el relato que de nuestro viaje hacemos a la familia, congregada alrededor del blanco mantel.

Sobre el poyo rústico del patio, junto al arriate de dondiegos, está puesta a refrescar la fuente granadina con el «ajoblanco»

Al dar las ánimas, parte del campanario un alegre repique, porque mañana, día de la Virgen del Carmen, es fiesta principal en el pueblo. 

… Por la calle, a través de la cancela, cruzan arrieros guiando asnos cargados de herpiles de paja.

La noche cordobesa huele a jazmines. 

Frasquita, la criada, se asoma con disimulo a la puerta de donde, al cruzar los arrieros, oyó cierta tos fingida, con la que sin duda, su novio le anunciaba su paso hacia la era… 

Iznájar (Córdoba), 1925 

DE LA CORTE A LA ALDEA (Miguel de Castro)

 

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Miguel de Castro Gutiérrez fue un periodista y escritor nacido en Iznájar (Córdoba) el 4 de mayo de 1889, y murió en Madrid el 26 de marzo de 1977.

A los dieciséis años publicó sus primeros versos y colaboró en “El Diario de Córdoba”.

A los dieciocho años ingresó en la carrera administrativa, siendo destinado a Guadalajara donde fue un asiduo colaborador de La Región: periódico bisemanal. Destinado a Madrid en 1911, comenzó su colaboración en los principales diarios y revistas de esta capital, siendo el número uno de la Asociación de la Prensa de Madrid. También fue un notable colaborador de Las Provincias: diario de Valencia.

Durante largos años, concurrió a certámenes literarios de poesía, donde le acompañó el éxito. Su labor de novelista es menos extensa, pero también notable.

OBRAS DESTACADAS:

Poesía:

Trovas del juglar (1910)

Cancionero de Galatea (1913)

La Alondra del barbecho (1915)

Los mejores poetas contemporáneos (1914)

Teatro:

Las mocedades del Cid: Tragicomedia en cuatro actos (1923)

Novela:

Morena y granadina (1920)

La niña del alcalde (1930)

PUBLICACIONES LOCALES:

Poesía selecta (1999).- Artes Gráficas El Castillo