HACE CIEN FALLECÍA EN MADRID EL ESCRITOR IZNAJEÑO JUAN DE CASTRO ORGAZ

Antonio Cruz Casado

Cronista Oficial de Iznájar y de Lucena

Los periódicos madrileños del día de Nochebuena daban la noticia del fallecimiento del patriarca de la saga de escritores iznajeños don Juan de Castro y Orgaz. He aquí lo que comenta el periódico El Imparcial, correspondiente al 24 de diciembre de 1920, en la segunda página, bajo el epígrafe “Don Juan de Castro y Orgaz”:

En Madrid, donde residía, falleció ayer, a la edad de sesenta y ocho años, D. Juan de Castro y Orgaz, padre de nuestro ilustre colaborador Cristóbal de Castro. Hombre de talento amplio y de muy sólida cultura, era un abogado notabilísimo, que desempeñó además con gran acierto, algunos puestos de la Administración pública. / Entre sus numerosas relaciones, se había captado simpatías unánimes por las excelencias de su carácter, entre las cuales, caballero de raza, hizo primor la de la hidalguía. / Cristóbal de Castro no sólo sabe cuánto se le admira en esta Casa, sino cuanto se le quiere. Consideramos, pues, nuestra su pena justísima, y al enviarle nuestro pésame lo hacemos con emoción verdaderamente fraternal[1].

También incluyen la noticia, aunque con menor extensión, otros periódicos madrileños, como La Correspondencia de España [2]o La Voz.[3]

Es autor de un solo libro, titulado Lontananzas, publicado en 1897, con prólogo de Julio Burell, oculto bajo el seudónimo de Incógnito. Se trata de un libro habitualmente omitido en los estudios sobre la poesía de la época, por lo que no ha recibido apenas consideración crítica específica, aunque nos parece destacable el interés exótico que se nos ofrece en los poemas dedicados al ambiente de Filipinas (p. 153 y ss.), rasgo que pone una nota de Modernismo en la obra, con inclusión de variados términos del tagalo, resaltados en cursiva en el impreso. Con todo, nos resulta más visible e influyente la corriente de poesía postromántica, de poesía realista, por lo que gran parte de la obra e incluso la designación de algunas de sus partes nos remite a la creación de Campoamor.

Campoamor está presente no sólo en la dedicatoria conjunta del libro (a Francisco Romero Robledo y al autor de las “Doloras”), sino también en un homenaje personal (“Al maestro Campoamor”, p. 83). Como sabemos, el entonces famoso escritor asturiano solía dividir sus composiciones en tres grupos o géneros: humoradas, doloras y pequeños poemas, todos ellos más o menos visibles en los títulos de las secciones del libro de Castro, que asigna la denominación de “Doloras y humoradas” a una de ellas y otra, la final, de “Poemas cortos”, poemas que no hacen honor a su nombre sino que suelen ser más largos que las restantes composiciones del libro, al igual que sucede con los “pequeños poemas” de Campoamor, que carecen de la brevedad esperable y, en su lugar, encontramos extensas historias de amor versificadas.

Entre las escasas críticas que Lontananzas suscitó en su momento, hay algunas de carácter positivo, en las que se habla de “versos bonitos, inspirados, armoniosos, sentidos, de los que se leen con gusto, de los que quedan en la memoria y tienen ecos de simpática resonancia en el corazón. Versos, en fin, de un desconocido, que llegan anónimamente a la mesa del periódico”. Pero no todos fueron unánimes en esa valoración.

Se considera a Juan de Castro autor del Romancero de la Virgen de la Piedad, que reeditamos hace unos años, y ha dejado una mediana colección de poemas dispersos en las páginas de los periódicos.

Recordemos, para acabar estas líneas, un fragmento del poema primero de Lontananzas, que está dedicado “A mi Iznájar”, texto confesional, autobiográfico, que sirve de presentación:

Yo soy aquel que un día cruzó los mares,
gimiendo bajo el peso de los dolores,
colmando su amargura con mis cantares
de ilusiones marchitas, muertos amores.
Soy el que de la lucha vuelve rendido,
pero a su noble enseña sigue abrazado;
el que sin desalientos ha combatido
siempre firme en su puesto como el soldado.
El poeta que aún vive para cantarte
¡oh pueblo! que en honrada y hermosa historia
llevas la fe en tu Virgen por estandarte,
y el ciprés y el castillo por timbre y gloria.
Quien moduló en su triste canción primera
gorjeos que resuenan bajo tus frondas,
suspiros de tus auras de primavera,
murmullos que tu río lleva en sus ondas… […]

(24 de diciembre de 2020)

[1] “Don Juan de Castro y Orgaz”, El Imparcial, 24 de diciembre de 1920, p. 2.

[2] “Ha fallecido en esta corte D. Juan de Castro y Orgaz, padre de nuestro compañero en la Prensa D. Cristóbal de Castro, a quien enviamos nuestro sincero pésame por tal desgracia”, La Correspondencia de España, 24 de diciembre de 1920, p. 4.

[3] “Don Juan de Castro y Orgaz. / A la edad de sesenta y ocho años falleció ayer en Madrid D. Juan de Castro y Orgaz, padre del ilustre escritor D. Cristóbal. / Era D. Juan de Castro persona de vasta cultura y abogado muy notable, que desempeñó con acierto algunos altos puestos de la Administración pública, y sus dotes de caballerosidad le granjearon numerosas simpatías. / Reciban sus hijos la expresión de nuestro sentimiento”, La Voz, 24 de diciembre de 1920, p. 3.

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