Al sur del término municipal de Iznájar, recostada sobre la loma de «Las Realas», se encuentra la Aldea de Montes Claros, conformada por un pequeño grupo de casas diseminadas y cortijos, que representan un claro símbolo de la vivienda tradicional del medio rural iznajeño.
El nombre de la Aldea se debe al color blanquecino de la tierra arcillosa, que cubre las lomas sobre las que se asienta.
Existen en Montes Claros distintos puntos elevados, que constituyen magníficos miradores, sobre parajes de gran riqueza paisajística y natural.
El entorno, con predominio del olivar, presenta también una gran variedad de especies forestales autóctonas y típicas del bosque y cultivos mediterráneos, como la encina, el quejigo, almendros, granados, higueras, lirios, romero, orquídeas, margaritas, aulagas y otras. Destaca la «Cañada de Pijirri», donde existe un antiguo manantial de agua, del que se abastecía el casco urbano de Iznájar.
Algunos puntos situados sobre el embalse son verdaderos observatorios de aves y desde ellos se pueden contemplar ánades, cormoranes, garzas reales, somormujos, andarríos, gaviotas y otras aves que tienen su hábitat en el embalse.
El más característico de los miradores de Montes Claros es el denominado de «Los Barrancos», en la bajada que discurre por la carretera A-333, que se convierte en una estratégica terraza sobre el embalse y la localidad de Iznájar.
Como aspecto de la cultura popular y tradicional, que aún perdura en la Aldea, destaca la «matanza» del cerdo, fiesta familiar y de vecindad, que tiene lugar en el último mes del año