La Aldea de Solerche, recorrida por el arroyo del mismo nombre, se sitúa al norte del municipio, conformándola numerosos grupos de casas diseminados, que se asientan en un terreno abrupto, entre olivares y vegetación mediterránea.
El origen del nombre del lugar pudiera deberse a la derivación de las palabras «solercia» o «solerte», haciendo referencia a los adjetivos astuto, sagaz, ladino o mañoso.
La parte más elevada de la Aldea de Solerche presenta un extraordinario mirador sobre el embalse con la presa al fondo, reteniendo las aguas del río Genil. En la parte baja, con la presencia del arroyo, existe un rico ecosistema, en el que destaca una gran variedad de plantas, como la pamplina, el llantén, la zaragatona, el lirio y las azucenas de agua, o los álamos y cañaverales.
Los vestigios arqueológicos encontrados en la Aldea delatan la presencia humana en época ibérica, destacando el recinto fortificado ibérico que se encuentra en el lugar conocido como «La Torre», enclavado en un punto estratégico, que aunque no es muy elevado, presenta fuertes tajos sobre el arroyo, que discurre a escasa distancia. Apenas si se conservan estructuras emergentes de lo que debió ser esta torre, siendo probable que el nombre del lugar lo tomara de la propia fortificación ibérica.
Como elementos de la arquitectura tradicional más destacados encontramos algunas pequeñas fuentes y abrevaderos como la «Fuente del Charcón», recuerdo de actividades humanas y modos de vida que se pierden en la memoria de nuestro tiempo, y que dejan constancia de actividades agroganaderas y sociales muy importantes, desde el punto de vista etnográfico.
Una costumbre muy arraigada, formando parte de la cultura popular y tradicional, es la denominada «matanza» del cerdo, fiesta familiar y de vecindad que tiene lugar durante el último mes del año, dando como resultado una amplia y rica cocina derivada de los productos del cerdo.